Protocolo Vocacional

Esta documento trata de regular el proceso a seguir con quien manifieste vocación al diaconado, al presbiterado o al episcopado.
El punto de partida es la Llamada de Dios Padre, en Jesucristo, por la acción del Espíritu Santo.
El candidato que se siente llamado, realizará su personal proceso de discernimiento vocacional y, si su conclusión es una respuesta positiva a dicha llamada,
solicitará por sí mismo y a ser posible con el apoyo de su comunidad cristiana, recibir el Sacramento del Orden, en cualquiera de sus tres grados (diaconado, presbiterado o episcopado).
PROCEDIMIENTO:
Toma de contacto entre el candidato y el obispo responsable.
Carta del candidato al obispo, desarrollando su historia vocacional, su fe, su experiencia pastoral, su formación académica (reglada y no reglada), su forma de relacionarse con Dios, su manera de entender la caridad, sus carismas, su forma de vivir la Eucaristía, cómo entiende la evangelización, cuál es su modelo ideal de Iglesia, por qué y para qué quiere ser ministro del Señor, etc.
Carta-respuesta del obispo al candidato.
A partir de entonces, éste se reunirá una vez por semana con el obispo, quien irá haciendo un seguimiento a su proceso vocacional.
En la medida de lo posible y conveniente, el candidato participará, presencial y/o virtualmente, en los encuentros semanales que tiene el obispo.
Dependiendo de la formación que tenga el candidato, proporcionarle material formativo adecuado (cursos, libros, artículos, vídeos, etc.).
Elaborar su proyecto apostólico, que se inicia en el presente como laico, y continuará a partir de su ordenación como ministro. El proyecto debe contemplar objetivos, motivaciones, acciones o procedimiento, calendario, responsables, ubicación, recursos, etc.
Crear una comunidad ecuménica en su localidad (o en la que decida trasladarse en función del apostolado que vaya a realizar), para orar, formarse, profundizar y escudriñar la Palabra de Dios, concretar la caridad en su sociedad, evangelizar, etc.
Pasado un tiempo, que según cada caso podrá ser diferente, pero que, en general, no debe ser menor de un año, el candidato pondrá mayor énfasis en el discernimiento vocacional que viene realizando desde el comienzo. Esta etapa de reflexión, meditación y oración, debe ser:
- Personal.
- Con su comunidad ecuménica local.
- Con las comunidades apostólicas supralocales en las que esté participando.
- Y con el obispo.
Como colofón de dicho discernimiento, vivir un encuentro/retiro presencial entre el candidato y el obispo, más todos los de su comunidad local y la comunidad ministerial nacional que puedan participar.
Una vez valorada la idoneidad del candidato por todas las partes, se preparará, coordinada por el obispo, la ceremonia en la que el ordenando recibirá el Sacramento para ser investido ministro del Señor en la Iglesia Ecuménica.
Este proceso desembocará en la redacción y envío al obispo, de una carta en la que quede patente toda la evolución vocacional experimentada y la petición formal del candidato y su comunidad.
A su vez, el obispo hará lo propio dejando constancia epistolar de su disposición, si procede, a impartir el sacramento del orden al candidato.
Y, en su caso, celebrar el Sacramento del Orden.